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Mostrando entradas de octubre, 2010

Una luz más fuerte

Tiene una sonrisa generosa y resplandeciente, capaz de iluminar una calle entera. Sus ojos brillan con una luz especial, como si custodiaran un secreto inaccesible al resto de los mortales, una fórmula mágica para conservar la tranquilidad y el buen humor en cualquier circunstancia, en todo momento. Siempre. Llega por la mañana temprano al rincón que ocupa desde hace años en Bravo Murillo, cerca de la salida del metro de Tetuán, enfrente de un semáforo donde cada día desfilan presurosas cientos de personas que van y vienen mirando los relojes, apremiando el paso de los niños que llevan de la mano o apurando los últimos instantes en los que el color rojo mantiene a raya a una larga hilera de coches. El músico despliega su silla de playa y se sienta delante de una fachada llena de colores, letras y mensajes variados: promociones de un gimnasio especializado en culturismo, carteles de un cantante latino que anuncia un concierto en una sala cercana y mensajes de señoras serias y formales q

Carrera de obstáculos

Seguro que en algún momento tú también has tenido la misma sensación: hay ocasiones en las que, por mucho que te esfuerces en conseguir un objetivo, todo parece ponerse en contra. Los imprevistos se multiplican, las puertas se cierran y el ánimo de los que están alrededor crea una atmósfera pesada, como si la sola idea de seguir adelante agotara de antemano todas las reservas de energía. En esos momentos, en los que todavía intentas que la situación se pueda resolver, te sientes como un corredor que no para de saltar obstáculos que se agrandan y se reproducen a medida que te acercas a la meta. Un cliente que no para de poner objeciones a un contrato; una cena familiar en la que los reproches van de un lado a otro de la mesa como la bola de una partida de ping-pong ; un viaje en el que la lluvia o la torpeza de un tour operador boicotea un fin de semana de vacaciones… Las carreras de obstáculos son difíciles y desalentadoras. Por eso conviene recordar que nadie nos impide hacer un alto

Yo invito a esta ronda

“No tengo dinero para hacer muchos planes. Estoy en paro”. Hacía tiempo que no escuchaba esta frase, quizás desde mis años de Universidad, donde muchos compañeros tenían que dividir su tiempo entre las horas de clases y las que pasaban cuidando a algún niño o sirviendo copas en un bar los fines de semana para poder afrontar sus gastos. Entonces el dinero servía para amortizar la matrícula, comprar cigarrillos o planificar una pequeña escapada. La misma frase pronunciada años después hunde los hombros de quien la pronuncia con el peso de la hipoteca, la guardería y la letra del coche familiar. La crisis es una mancha resbaladiza: te hace tambalear y te impide recuperar el paso durante un tiempo. Por eso los desempleados y los mileuristas -que integran la categoría siguiente en el mundo de la precariedad laboral- soportan una carga tan pesada: a la preocupación por cumplir con sus pagos se suma la impotencia de saberse fuera del sistema, en una situación donde no hay lugar para planes a