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Mostrando entradas de marzo, 2011

Alguien que te espera

El tren está a punto de llegar a la estación. Los mapas que aparecen en los monitores señalan el recorrido con una línea verde que está cada vez más cerca de Madrid. Algunos pasajeros han comenzado a levantarse y estiran los brazos y las piernas como gatos que hubieran dormido al sol. El trayecto de ida, a primera hora de la mañana, estaba repleto de voces que se comunicaban con sus oficinas a través de teléfonos móviles, de dedos que se deslizaban veloces sobre los teclados de las blackberries y de puertas que se abrían y cerraban continuamente de camino al vagón- cafetería. La vuelta es más reposada. El día ha sido duro y la lluvia no lo ha puesto fácil. Las nubes han cubierto Barcelona de manos negras y han dejado a su paso aglomeraciones en las carreteras, visitas anuladas y más de una complicación. El tren anuncia su llegada a la estación Puerta de Atocha y los pasajeros salen deprisa. Aún queda un trayecto en transporte público o en taxi y las colas se multiplican a última hora d

Lo quiero...¡pero tiene que ser ya!

Ahora mismo. Queremos algo y deseamos que se materialice lo antes posible, con urgencia, como si nuestra felicidad dependiera de la consecución de ese sueño que está tardando demasiado tiempo en llegar: vender una casa, aprobar unas oposiciones, encontrar a la pareja definitiva, recibir una oferta laboral o cualquier otro objetivo que hayamos dibujado al otro lado de la línea de meta. Tiene que ser ya. Y si no se realizan en los días, semanas o meses venideros nuestra vida parece tambalearse y surgen todo tipo de dudas sobre nuestra capacidad para conquistarlos o merecerlos. Los retrasos asustan. Los tiempos de espera desesperan. Estamos dispuesto a sacrificarnos e incluso a endeudarnos para conseguir un sueño, pero nos cuesta muchísimo tener que esperar por él. El calendario no es el mejor amigo de los sueños. Pone límites temporales a un proyecto sin tener en cuenta la idoneidad de las circunstancias o el momento vital que atravesamos. Mira el reloj. Presiona y pregunta en voz baja: