Más de lo que esperaba
Había coincidido varias veces con ella en el gimnasio y la había visto explicar los movimientos de una clase de aquagym al borde de la piscina, distribuir juguetes de plástico a los niños que jugaban con sus padres dentro del agua y colocar una banda de corcho azul cuando necesitaba delimitar una zona de trabajo cinco minutos antes de empezar una nueva sesión. La había visto desenvolverse con soltura y eficacia en tareas sencillas, pero hasta hoy no he sido consciente del alcance de su trabajo como monitora. Sucedió a última hora de la mañana, cuando hay menos afluencia de socios en el gimnasio. La línea azul dejaba media piscina para nado libre y reservaba la otra mitad para una actividad no especificada en el cuadrante de horarios. A los pocos minutos, la monitora ayudaba a un señor mayor a introducir a una chica paralítica en el agua, una joven bañista de ojos enormes que no paró de disfrutar desde que comenzó su hora de clase. Ayudada por su monitora, la chica se dejaba desplazar ...