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Mostrando entradas de septiembre, 2011

El árbol de la vida

Sucedió cuando sólo habían trascurrido 20 minutos desde el inicio de la película: las luces de algunos dispositivos móviles comenzaron a encenderse. Sus dueños comentaban sus impresiones en alguna red social, respondían mensajes o comprobaban los minutos que faltaban para el fin de la proyección. No había pasado mucho tiempo, pero habían dejado de prestar toda su atención a la historia que se desarrollaba en la pantalla. Poco a poco, el sentimiento se fue extendiendo a un número cada vez mayor de espectadores. Algunos se cambiaban de postura en los asientos y otros entornaban los ojos con la sucesión de imágenes oníricas que a cada rato interrumpían la narración para reflejar simbólicamente los sentimientos de los personajes: algas en pausado movimiento, animales marinos transportándose en el mar, masas de fuego en colisión… “El árbol de la vida” es una película difícil: la historia es interesante, el trabajo actoral es muy bueno y la belleza visual y sonora, innegable. El escollo de

El espacio de los amigos

La comodidad de la vida en pareja provoca en ocasiones un daño colateral: planificamos todo nuestro tiempo libre junto a ella y, casi inevitablemente, desplazamos los encuentros con los amigos. La amistad es un vínculo generoso y elástico: se le pide comprensión cuando no podemos dedicarle la atención que se merece; consuelo cuando las cosas no salen tan bien como quisiéramos; tiempo cuando estamos en disposición de compartir… Existen pocas relaciones tan abiertas y desinteresadas como las que se establecen entre los amigos. Son ellos los que han escuchado una y otra vez nuestros planes de futuro; los que nos han orientado hacia una solución que no habíamos contemplado; los que han asistido a nuestras fiestas y han brindado por nosotros, los que nos acompañaron en algún pasillo solitario, cuando las noticias que venían a darnos eran demasiado difíciles de aceptar… Son los que han estado y continuarán estando ahí, sin pedir nada, sin reprochar nada. Al alcance de la mano. A un golpe

Obsesión con el espejo

Paseo tranquilamente por el barrio y al doblar una esquina encuentro un cartel de grandes dimensiones con una figura escultural y una propuesta tentadora: “Remodela tu cuerpo”. En letra más pequeña aparece un listado de los defectos que convendría eliminar, desde liposucciones para absorber la grasa hasta rinoplastias, aumentos de senos y todo tipo de técnicas que la cirugía ha inventado para enmendar a una genética rebelde y caprichosa. La belleza es una aspiración común y comprensible: a todos nos gusta tener una imagen agradable y afortunadamente existen recursos para mejorarla. El problema surge cuando la belleza se convierte en una obsesión y los defectos se transforman en accidentes que hay que corregir a toda costa. El espejo puede ser demoledor bajo una mirada exigente: imposible seguir con esa nariz, esos michelines o esa piel de naranja. La obsesión por la imagen crea además un efecto lupa: amplifica de forma exagerada el más mínimo defecto. Por eso hay clientes asiduos a la