Obsesión con el espejo

Paseo tranquilamente por el barrio y al doblar una esquina encuentro un cartel de grandes dimensiones con una figura escultural y una propuesta tentadora: “Remodela tu cuerpo”. En letra más pequeña aparece un listado de los defectos que convendría eliminar, desde liposucciones para absorber la grasa hasta rinoplastias, aumentos de senos y todo tipo de técnicas que la cirugía ha inventado para enmendar a una genética rebelde y caprichosa.

La belleza es una aspiración común y comprensible: a todos nos gusta tener una imagen agradable y afortunadamente existen recursos para mejorarla. El problema surge cuando la belleza se convierte en una obsesión y los defectos se transforman en accidentes que hay que corregir a toda costa. El espejo puede ser demoledor bajo una mirada exigente: imposible seguir con esa nariz, esos michelines o esa piel de naranja. La obsesión por la imagen crea además un efecto lupa: amplifica de forma exagerada el más mínimo defecto. Por eso hay clientes asiduos a las clínicas de estética; una vez que han comenzado su plan de “remodelación” tienen que llegar hasta el final, como un alumno aplicado que borra cualquier trazo de lápiz en un dibujo acabado con tinta.


Continúo mi paseo y me pregunto cuánto sufrimiento genera la conquista de un cierto tipo de belleza. La necesidad de sentirnos atractivos se convierte en un camino cuesta arriba para algunos y en un negocio muy lucrativo para otros. Hay que saber escoger el espejo en el que nos miramos: el cuerpo necesita cuidados, pero no “remodelaciones”. Lo que en un principio puede ser positivo -intervenir puntualmente para corregir un defecto muy evidente- puede convertirse en el comienzo de una carrera sin fin. La búsqueda de la belleza no puede pasar por convertirnos en una persona que no somos. La obsesión por la imagen no deja de ser una forma de esclavitud.

Comentarios

  1. Es cierto que la belleza nos preocupa demasiado, pero resulta difícil abstraerse de la presión social

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Y llegó Valeria

La magia del momento

Padres-orquesta en tiempos de confinamiento