Quiera Dios. Quiera yo...
“¡Ojalá me pase algún día!”, escucho después de un largo suspiro. Unas vacaciones románticas, un nuevo trabajo con mejores condiciones, una pareja que funcione, una casa más confortable y espaciosa, un nuevo miembro en la familia, un círculo de amigos amplio y enriquecedor… Ojalá me pase y un suspiro. Segundos de silencio. Mirada furtiva hacia el suelo. Las palabras, para quien sabe oírlas y sopesarlas, continúan hablando de nosotros aún cuando hayamos dado un asunto por concluido. Ojalá (palabra de origen árabe que literalmente significa “Si Dios quisiera”). Si Dios quisiera. O la suerte. O la maldita casualidad… Suspiro. Aunque parece tan improbable… Las palabras son indiscretas, sí. Reflejan de un modo preciso el esquema mental que estamos empleando y las emociones que nos suscitan. No importa los años que hayamos cumplido: todavía esperamos que salga el genio de la lámpara y cambie de un golpe la parte más difícil de nuestras vidas. A veces no es tan complicado encontrar la forma d...