Solsticio de verano
El verano ha llegado con la sombrilla cargada al hombro, el hielo rebosando en el congelador y la sintonía machacona de unos grandes almacenes que promocionan sus ofertas de viajes -“El ve-ra-ni-to, el ve-ra-ni-to…”- con los acordes de un tema popularizado por un personaje mítico de las vacaciones: Georgie Dann. La imagen inconfundible del cantante -con su pelo negro, su camisa hawaiana y sus coreografías repetidas en verbenas- forma parte del paisaje del verano y se asocia a otros personajes habituales de las playas: el chico de color que ofrece caftanes a 6 euros; el padre que no soporta el calor y espera a su familia tomando cervezas en el chiringuito; la chica explosiva que sale a cámara lenta del mar consciente de ser el centro de todas las miradas; la señora con pamela que da instrucciones por teléfono a su asistenta; los niños que construyen castillos; la matriarca de un clan cargada de bocadillos, tortillas y sandía; los adolescentes que ríen en grupo, las abuelas que se mojan ...