Espíritu Zen
Regreso a la rutina y varias personas formulan el mismo comentario que posiblemente yo repita dentro de poco: “¿Las vacaciones? Ya casi se me han olvidado…”. Resulta paradójico pensar que necesitamos algunos días para poder desconectar y sentirnos verdaderamente relajados y pocos minutos para que algo nos haga perder la calma: un electrodoméstico que se avería y genera un gasto imprevisto; un corte de tráfico en la carretera que nos lleva a circular a la deriva mientras encontramos una ruta alternativa en medio de un embotellamiento; una vuelta al trabajo con el escritorio lleno de documentos y tareas por hacer en tiempo récord… Hay situaciones que ponen a prueba nuestra paciencia, pero ninguna de ellas deberían hacernos perder el buen humor. Las dificultades forman parte del día a día y merece la pena que tan sólo les dediquemos el tiempo justo para resolverlas. No sirve de nada tenerlas presentes y recrearnos en ellas: el camino no tiene por qué ser aún más difícil. Las cosas pueden...