“Al final todo sale bien. Y si no
sale bien, es que entonces no era el final”. Intuyo que una gran parte
de los espectadores de la película “Exótico Hotel Marigold” recordaban esta
frase cuando terminó la proyección de la película, se encendieron las luces de
la sala y se dirigieron sonrientes hacia la salida mientras sus siluetas
recortaban los títulos de crédito de la pantalla. Esta frase, repetida en
varias ocasiones a lo largo del largometraje, no era sólo el lema vital de uno
de los personajes principales (interpretado por Dev Patel, protagonista de
“Slumdog Millionaire”), sino el hilo conductor de todas las tramas.
“Al final todo sale bien”
es una frase que solemos decir cuando el inicio o el desarrollo de un proyecto
nos está resultando incómodo o nos está creando problemas inesperados. Las dos
primeras palabras, “Al final”, nos hacen intuir la luz en la desembocadura de un
túnel, un brote de esperanza que se divisa desde un punto de oscuridad. Y eso
es precisamente lo que le ocurre a los personajes centrales de “Exótico Hotel
Marigold”, un grupo de jubilados que viaja a la India con la expectativa de un
reposo confortable y sosegado y se topa de bruces con una situación incómoda y
decadente: el hotel donde planeaban pasar su retiro es un establecimiento casi
en ruinas regentado por un joven cuya ilusión por sacarlo adelante es
igualmente proporcional a su inexperiencia y su falta de recursos.
A este inconveniente inicial, se
suman los conflictos personales que cada uno tiene que intentar resolver:
decidir acabar con una relación agotada; encontrar un trabajo a la edad en que
todos se jubilan; saldar una deuda del pasado; buscar una compañía con la que
pasar el resto de sus días; romper con prejuicios raciales, aprender a
gestionar un negocio... Y aquí es donde surge otra reflexión interesante que
plantea la película: hasta qué punto cambiar radicalmente de ambiente nos hace
ver la realidad de otra forma y nos empuja a tomar decisiones que en un entorno
cotidiano y seguro nunca hubiéramos adoptado. El caos y la espontaneidad de la
India y las experiencias de sus compañeros les llevan a descubrir nuevas
posibilidades y a cruzar puertas que en otras circunstancias no se hubieran
atrevido a abrir.
“Al final todo sale bien. Y si no
sale bien, es que entonces no era el final”. En esta época de
dificultades, el Arte en sus distintas manifestaciones es más necesario que
nunca. Necesitamos despegarnos de lo cotidiano, descubrir nuevos horizontes,
sentir otras sensaciones y, sobre todo, llegar a la misma conclusión que los
protagonistas del “Exótico Hotel Marigold”: por pequeña y lejana que sea,
existe una luz al final del túnel.
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