Locutorios

Son las nuevas torres de Babel, en pequeño formato y con paredes de hormigón. Los locutorios se han abierto paso en las grandes ciudades a golpe de pasajes de tercera y rostros que hace tiempo que sólo se ven en fotografías. Por suerte, siempre queda la voz. En árabe, chino, inglés, ruso, rumano…

Entrar en un locutorio es mirar por el cristal de un caleidoscopio. Una mujer con velo blanco que habla atropelladamente; un oriental de sonrisa nerviosa; un chico africano con camiseta de colores que sale de una cabina arrastrando pesadamente los pies; un dependiente argentino que cobra las facturas mientras saborea una taza de mate… Los locutorios son lugares que sirven para saltar las fronteras sin pasar por las aduanas y tener la sensación de estar un poco más cerca mientras un tarificador computa el coste de una llamada telefónica…

Es difícil que alguien comprenda la nostalgia si nunca ha empezado -desde cero y en solitario- una nueva vida en otra ciudad.

La distancia es una carga muy pesada.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Y llegó Valeria

La magia del momento

Padres-orquesta en tiempos de confinamiento