Algo más que un profesor
-“¿Quién ha visto el mar esta mañana?”-, preguntaba al comienzo de cada clase. Transcurridos unos segundos de silencio que nos dejaba de margen para responder, Andrés, nuestro profesor de Literatura, levantaba lentamente la mano, esbozaba una sonrisa y nos contaba si el mar estaba enfurecido o en calma, si su color se asemejaba más al azul turquesa del cielo o si, por el contrario, reflejaba el gris plomizo de las nubes cargadas de lluvia. Poco después, comenzaban unas clases intensas, repletas de explicaciones, lecturas y redacciones. -“No hagáis un comentario de texto al uso. Prefiero que imaginéis que tenéis que escribir una carta al autor. ¿Qué le diríais sobre los personajes? ¿Os gustó la trama principal? ¿Os habéis podido meter en la piel del protagonista en algún momento de la novela?”-. Contagiar entusiasmo y curiosidad por la lectura no es fácil, pero menos aún entre un grupo de adolescentes que sueñan con que se acabe la clase para salir con sus amigos. A pesar de todos los c...